LA JUSTICIA Y RECTITUD DE DIOS



El evangelio revela la justicia o rectitud de Dios. La humanidad cuenta con el conocimiento instintivo de la rectitud u honradez de Dios:

« Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad; Porque lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa.» Romanos 1:19-20

La conciencia

En el versículo 18, Pablo dice que la verdad que ellos restringen es evidente dentro de ellos (porque Dios lo ha hecho así), es un entendimiento innato de los atributos invisibles de Dios, Su poder eterno y naturaleza divina. Tal conocimiento no solamente mora dentro de cada uno de nosotros, sino que también es corroborado por lo que ha sido creado. La naturaleza misma refleja el carácter justo de Dios.

Y en aquel día los secretos de los corazones de los hombres serán expuestos, siendo evidenciados por medio de sus obras.[1]

¿Será Juan 3:16 la «verdad» que les es revelada? ¿Es Juan 3:16 lo que es conocido de Dios por naturaleza?

La respuesta es NO, de acuerdo a Romanos 10:14 y 17; veamos:

«¿Y cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin alguien que les predique? … Así que la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Cristo. » Romanos 10:14,17

Juan 3:16 no se puede conocer instintivamente, debe ser oído. La pregunta aun queda: ¿Qué tipo de conocimiento poseen de Dios los seres humanos por naturaleza? y ¿Cómo podrían honrarle de acuerdo a tal conocimiento? Hay un requisito para los hombres, que se basa en ese conocimiento con el cual nacen; independientemente de Juan 3:18 (no creer a propósito). Ahí, Jesús dijo que el que no cree en Él, ya ha sido juzgado. ¿Pero, qué no preguntó Pablo «cómo creerán en aquel de quien no han oído»? No creer requiere de un rechazo consciente hacia algo que ha sido presentado claramente. Es de entenderse que Dios responsabilizará a alguien por eso, sin embargo, decir que Dios pedirá cuentas a los que nunca escucharon el mensaje de parte de una fuente verdadera, oscurece la justicia de Dios en lugar de revelarla; deja al evangelio sin poder.

El evangelio obtiene su poder porque revela la justicia de Dios al hombre. Una vez revelada, el corazón de aquellos que están dispuestos a hacer su voluntad es conquistado, y así comienza la historia de amor. Ese amor llega a ser 2 Corintios 5:14 y 15. El conocimiento innato del que Pablo estaba hablando en Romanos 1 es la conciencia en el capítulo 2; la ley de Dios escrita en los corazones de los hombres para aprobar el bien y reprobar el mal; un testigo de sus obras. Ya que fue Dios el que puso la conciencia en nosotros, cuando la obedecemos, así le honramos.

«Porque los gentiles que no tienen la ley, hacen por instinto los dictado de la ley, estos, sin tener la ley, son una ley para sí mismos, pues muestran las obras de la ley escritas en sus corazones, sus conciencias dando testimonio y sus pensamientos acusándoles o aprobándoles.» Romans 2:14-15

Aquellos a los que Romanos 1:25 se refiere, cambian esa verdad por la mentira, que les gusta más, permitiéndoles hacer lo que les da la gana, en lugar de hacer lo que saben que es bueno. Se elevan a sí mismos al nivel de su Creador, diciendo en sus corazones que no hay nadie superior a ellos para determinar lo que es bueno y lo que es malo. Dicen en sus corazones que «no hay Dios», llegando a ser los necios de los que David escribió en Salmos 14:1;

«El necio dice en su corazón, “No hay Dios”. Todos ellos son corruptos, han hecho cosas abominables; no hay ninguno que haga el bien». Psalm 14:1

¿Podrías pensar honestamente que no existe diferencia alguna a los ojos de Dios entre un terrorista y un campesino que trabaja duro para proveer para su familia? ¿Será que Dios arrojará a ambos al lago de fuego solo por nunca haber escuchado el evangelio? Esta no era para nada la impresión que Abraham tenía de Dios cuando le imploró salvar las vidas de los pocos justos que quizás había en Sodoma:

«Lejos de ti hacer tal cosa: destruir al justo con el impío, de modo que el justo y el impío sean tratados de la misma manera. ¡Lejos de ti! El Juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?» Génesis 18:25

El juicio

Considerar lo anterior debería dar a claridad acerca del juicio final:

«Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de cuya presencia huyeron la tierra y el cielo, y no se halló lugar para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono, y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida, y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades entregaron a los muertos que estaban en ellos; y fueron juzgados, cada uno según sus obras. Y la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda: el lago de fuego. Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego». Apocalipsis 20:11-15

Este juicio se basa en hechos. Los libros se abren, registros individuales de las obras de cada persona grabados en su conciencia. De acuerdo a las obras de cada persona, no de acuerdo a creencias religiosas. En base a eso, el nombre de una persona es dejado o borrado del libro de la vida. Lo que vemos en Apocalipsis 20:12:15 es la separación de dos tipos de personas. Esta gente no está incluida en Juan 3:18, porque nunca tuvieron la oportunidad de la que habla Juan 5:25.

Aquellos que enfrentan el juicio final también son mencionados en Juan 5:28,

«No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de condenación». Juan 5:28

Aquí tenemos a dos categorías de personas claramente descritas en el juicio de Apocalipsis 20, cada una con su propio destino. Los que tienen la justicia del hombre, y que viven de acuerdo al conocimiento innato del bien y del mal, irán a una segunda vida (eterna) en las naciones del reino de Dios (Apocalipsis 21:24,26; 22:2). Aquellos que odian todo tipo de rectitud (los inmundos y los injustos) tendrán el destino que merecen, el lago de fuego; la segunda muerte (eterna). [2]

La rectitud del hombre y la rectitud de Dios

La gente de las naciones debe luchar para vivir de acuerdo a la voz de su conciencia y para mantener el estándar de rectitud intrínseco. Jesús habló de ellos en Mateo 6:31-32, pero no condenó a los gentiles por afanarse para proveer comida y vestido para sí y sus familias. Él sabía que era, y es parte de la vida; los gentiles no tienen alternativa a vivir consumidos con obtener lo que necesitan para sobrevivir. El problema yace en cómo lo hacen.

«Por tanto, no os preocupéis, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?” Porque los gentiles se afanan buscando todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis». Mateo 6:31-32

Mateo 6:31-32 no es para las naciones, para los gentiles; fue dado como estándar para aquellos que deseaban seguir a Jesús. A ellos les dijo: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia». Fueron llamados a una dimensión más alta que aquellos atrapados en la lucha por obtener lo que necesitan para vivir. Fueron llamados a participar de su justicia, de su rectitud; lo lograrían confiando en Él y obedeciéndole completamente. Estos son su pueblo santo; devotos completamente a llevar a cabo el propósito de Dios en la tierra; un testimonio de su justicia y rectitud.

«Y todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común. Y vendían sus posesiones y bienes y los distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno». Hechos 2:44-45

Tal era la vida descrita en Hechos (especialmente capítulos 2 y 4). La vida sirviendo los unos a los otros, en lugar de servirse a uno mismo, es lo que refleja su justicia y rectitud. Este amor entre ellos era la señal de que pertenecían al hijo de Dios; después de todo, ¿No es eso para lo que murió? [3]

«Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían. Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús. La gracia de Dios se derramaba abundantemente sobre todos ellos, pues no había ningún necesitado en la comunidad. Quienes poseían casas o terrenos los vendían, llevaban el dinero de las ventas y lo entregaban a los apóstoles para que se distribuyera a cada uno según su necesidad». Hechos 4:32-35

Videos

Estos videos han sido publicados como introducción a los diferentes temas que tratamos en este sitio. Eres libre de compartirlos y no lo olvides, el contenido de este sitio podría cambiar tu vida.